Cuidarnos no es un lujo, es una necesidad vital que impacta directamente en nuestra salud y en la forma como nos relacionamos con el mundo. De acuerdo con cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el autocuidado responsable puede prevenir hasta un 75% de los casos de infartos, de diabetes tipo 2, y reducir en un 40% la incidencia de algunos tipos de cáncer. Esto significa que nuestros hábitos diarios tienen un poder enorme para protegernos y prolongar nuestra vida con calidad.
El autocuidado es la capacidad que tenemos de promover y mantener la salud, prevenir enfermedades y afrontar dificultades, con o sin la ayuda de un profesional de la salud. Implica reconocer nuestro valor, tratarnos con respeto y entender que merecemos cuidado y amor. Dentro del autocuidado hay tres prácticas esenciales:
- Valorarse y quererse a uno mismo, adoptando una actitud positiva.
- Eliminar el auto-rechazo, evitando pensamientos y hábitos que nos hacen daño.
- Realizar acciones que nos beneficien, fortaleciendo nuestro crecimiento físico, mental y emocional.
Cuidarse no significa solo hacer ejercicio o alimentarse bien. Es un proceso integral que se relaciona con:
- El autocuidado físico: elegir hábitos saludables como una buena alimentación, descanso y actividad física.
- El autocuidado emocional: escuchar nuestras necesidades, gestionar emociones, aceptarnos y tratarnos con compasión.
- Autocuidado social: poner límites, compartir con personas que nos aporten y dedicar tiempo de calidad a quienes queremos.
Adoptar hábitos de autocuidado impacta nuestra vida porque nos ayuda a ser más productivos al darnos claridad para alcanzar nuestras metas, fortalece la autoestima al recordarnos que somos valiosos e importantes, fomenta el autoconocimiento al permitirnos identificar lo que nos apasiona y motiva, nos brinda más recursos para dar a los demás cuando estamos bien con nosotros mismos y, además, favorece un envejecimiento saludable que garantiza bienestar a lo largo de toda la vida.